El 19 de enero la tradición cristiano – ortodoxa en Rusia y en Ucrania lleva a sus fieles a bañarse al aire libre celebrando la Epifanía de Cristo y su bautismo en el río Jordán por Juan el Bautista. La religión cristiana indica que Cristo comenzó a dirigirse y a educar a la gente, justo tras su bautismo.
Dice dicha tradición que todo el agua se convierte en bendita durante el día de hoy, y por eso la gente -bien sean creyentes o no- se sumergen en los ríos, lagos y manantiales, con la casi certeza de que así evitarán enfermar durante el resto del año, protegerse ante cualquier infarto, derrames cerebrales incluso enfermedades coronarias. Este ritual permite ver a personas de todas las edades adentrándose en las aguas y procediendo al ritual al hacer tres inmersiones para limpiar los pecados y salir purificado.
La Epifanía es quizás una de las celebraciones más sagradas de la iglesia ortodoxa, precedida de una jornada de vigilia severa en familia.
Cuando la superficie de los lagos y ríos está helada, cortan la forma de una gran cruz y la sitúan al lado en pie, para poder bañarse así en las aguas. En ocasiones tiñen con vino de iglesia o con jugo de remolacha las cruces que sitúan junto a la abertura.
Los patriarcas de las iglesias suelen vestir de blanco como símbolo de pureza, de paz, de verdad, ya que durante la celebración su tarea principal será bendecir a los fieles que se acerquen al templo, bendecir el agua y las flores que lleven, o acudir a las zonas de agua más significativas. Los sacerdotes introducen en las aguas grandes crucifijos para bendecirlas.
Dicen que el agua (sagrada) de este día nunca se estropea y no hace falta guardarla en el frigorífico, por lo que es normal ver en las casas frascos con agua en las esquinas (lugares que cuidan en proteger) junto a los iconos ortodoxos y paños típicos bordados. Creían que “este fenómeno” se debía a que los sacerdotes bendecían las aguas introduciendo un enorme crucifijo de plata, pero no tardaron en darse cuenta de que también se usaban crucifijos de oro y madera, por lo que los elementos de la plata no eran los causantes de la duración del agua bendita del día de la Epifanía.
Hoy en Kharkiv uno de los puntos más concurridos era “Botanichi Sad” (jardín botánico) donde hay un manantial del brota una de las mejores aguas de la ciudad -aprovecho para recordar que el agua del grifo no es potable, por lo que mucha gente acude aquí a diario a rellenar sus garrafas gratuitamente- y lugar concurrido por miles y miles de ucranianos que han querido ir a recoger agua, ser bendecidos y/o sumergirse, como veréis en el vídeo.
esperando mi turno
secándome tras los 3 baños
vestuarios al aire libre
guardando cola
flores secas para llevar a bendecir
puesto de flores
gente esperando para recoger agua
bendiciendo
interior de la iglesia
la iglesia junto al jardín Botánico de Kharkov
Sin responder a ninguna creencia religiosa, he decidido seguir su ritual para poder vivir de primera mano la experiencia y sumergirme (literalmente) en su cultura. Participar en un acto religioso cuando no se comparte la misma fe siempre ha de hacerse desde el respeto, aunque en este caso había que añadir “la valentía” de salir en bañador con el termómetro en negativo.
Sorprendentemente el agua no estaba tan fría como parece, pero hay que ser precavido, dejar cerca las toallas para secarse debidamente y vestirse lo antes posible. Para quienes necesiten ver la prueba gráfica, he aquí el vídeo de mi baño.
En medio de una gran gentío, los bancos del parque se llenan de calcetines, bragas, camisetas arrugadas, toallas mojadas, y chanclas revueltas por el suelo dejando de lado las botas de nieve, los abrigos y las mochilas.
Bañadores, bikinis, ropa interior o cualquier tipo de combinación textil es suficiente para animarse a la purificación. Los más valientes tras salir del agua incluso entran en calor haciendo gimnasia aún con el bañador mojado, desnudos sobre la nieve, levantando pesas, haciendo flexiones o perfilando sus abdominales.
Santiguarse tras la tercera sumergida, dedicar una pequeña oración antes del rito o llevar todo tipo de cruces al cuello, son detalles fáciles de localizar en la escena.
En mi caso, me he limitado a entrar dentro de la cruz, hacer las tres inmersiones, y a colocarme el escote discretamente tras la última subida, porque fortuitamente el bañador ha querido dejar ver mis dos buenas virtudes delanteras a los iconos que presenciaban la escena.
Aunque viniendo de España y de nuestras tradiciones católicas hay muchas cosas que no tienen por qué soprendernos en una celebración religiosa, como el hecho de que no todo quede en algo espiritual. Tras el paso del sacerdote para bendecir a los presentes, le sigue un ayudante (con un cubo, una bolsa de plástico, o cualquier cacharro) para que inmediatamente después de que te salpiquen con el agua bendita en la cabeza, las garrafas que tengas y los ramilletes de flores secas (algo muy típico que también supone un buen negocio en ventas) colabores económicamente con una aportación dentro de la bolsa de plástico. Parece algo voluntario, pero en realidad dicho ayudante suele esperar delante de cada persona hasta que realizan “el donativo”, por lo que hay cierta presión en el protocolo para economizar el rito. En este vídeo podréis apreciar cómo se desarrolla todo este proceso.
Las iglesias se transforman casi en mercadillos al aire libre donde encontrar ramilletes de flores secas, velas de todos los tamaños, estampitas con iconos y botellas de agua para llevar a bendecir junto con el resto de objetos cuando se acerque el patriarca.
Así que hoy, 19 de Enero de 2015, comienza un año en el que supuestamente no tendré que acudir al médico ni sentirme enferma.
Está claro que como funcione, me sale más rentable volver a Ucrania cada epifanía, que comprar cajas de frenadol en la farmacia para durante un año entero.